Equipos de emergencia, ejemplo de liderazgo y control

Lecciones de seguridad
Equipos de emergencia, ejemplo de liderazgo y control

Si hay dos cualidades que se valoren especialmente entre los seres humanos éstas son el control y el liderazgo.

Se trata de una combinación perfecta, muy necesaria y quizás aún poco desarrollada en algunos entornos laborales, pero muy habitual en profesiones relacionadas con los servicios de emergencia, como por ejemplo los Bomberos.

El ejercicio del liderazgo se relaciona, entre otras, con la capacidad de influir sobre el trabajo ajeno, de manera que se allana el  camino para que el equipo alcance metas profesionales de manera satisfactoria. El control, por su parte, es la base para resolver los problemas a medida que surgen.

La empresa actual demanda profesionales que asuman riesgos, participen y tomen decisiones, plasmen los acuerdos, alcancen metas y posean eso tan difícil llamado mano izquierda. Al igual que un jefe de Bomberos, un líder debe contar con la confianza de su equipo, entre otras cosas porque de sus decisiones dependen cosas tan importantes como el puesto de trabajo de cada miembro del grupo, el futuro de la empresa, el buen ambiente… En alguno casos, como en el de los servicios de emergencia, la seguridad de las personas.

El mundo laboral es muchas veces un lugar de emergencias y como tal se producen momentos desestructurados, caóticos, variables o impredecibles. Son instantes en los que se requieren de acciones concretas y claras que reconduzcan hacia la normalidad. Controlar todos los aspectos del trabajo y conducir (liderar) al equipo a un desempeño exitoso sin que nadie se vea superado por las circunstancias.

En una salida, un bombero debe valorar la situación, el alcance que puede tener la incidencia y mantener la mente fría para no dejarse llevar por sus impulsos. Los servicios de emergencia saben, como cualquier mando en una jornada laboral cualquiera, organizar los recursos de que se dispone y pedir refuerzos si es necesario, priorizar la comunicación con su equipo y proporcionar instrucciones claras y concisas.

Es importante saber cuál es el lugar que ocupa cada uno, en especial uno mismo. Así, alguien con capacidad de liderazgo, al igual que un bombero, sabe que quizá no sea la persona encargada de atajar físicamente una “emergencia”, ni de ejecutar un trabajo en primera persona. Es consciente, además, de que las intromisiones en la labor del grupo o las contraórdenes son un error.  Y por supuesto, ha de saber delegar y confiar en el equipo que se dirige.

Sin imponer

El ejercicio del control permite, como en una emergencia, sobreponerse a los imprevistos, a través, por ejemplo, de una redistribución de tareas en un momento de mucho trabajo, o de un cambio en las funciones propias de cada compañero/a. Todo ello sin dar la sensación de ‘imponer’ o sobrecontrolar.

Y claro, no hay que olvidar una de las cualidades más destacadas en las actuaciones de un servicio de emergencias: la abnegación. Porque, aunque no lo parezca, ejercer un buen liderazgo supone, como en el caso de los bomberos, ser capaz de poner a los demás en primer lugar y de ser consciente de la que la vida (física, laboral o empresarial) de quienes están alrededor, depende de las decisiones que se tomen. Y es que como le decían a aquel superhéroe de cómic: un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

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