Positivismo, un factor de prevención

Lecciones de seguridad
Positivismo, un factor de prevención

Durante su etapa como entrenador del F.C. Barcelona Louis Van Gaal dejó para la posteridad una frase: “Siempre negativo. Nunca positivo”.

Estas cuatro palabras eran aplicables entonces a la forma de afrontar las derrotas del equipo, pero se han quedado en el imaginario popular como receta ante cualquier adversidad. Son, en su simplicidad, el resumen de una corriente de pensamiento y de una forma de actuar y pensar cuyos beneficios son indudables.

Claro está que hay veces en que no es posible ser positivos, pero también en cierto que en el ámbito laboral, serlo supone un factor más de prevención. Más allá de que ser optimista sea un elemento importante para ser más feliz en el trabajo, hay quien lo vincula con el talento. La lógica dicta que si una persona se siente bien consigo misma, hará su labor de forma más eficaz y por tanto con un rendimiento mayor. ¿Por qué? Pues porque pensar de esa manera permite dejar atrás la tensión y el estrés que generan los razonamientos negativos.

El optimismo es una parte clave de la gestión del estrés. Pero no te preocupes si tiendes a ser pesimista porque puedes aprender cómo adquirir un pensamiento positivo. La prestigiosa Clínica Mayo da algunas ideas de cómo lograrlo.

Las ideas “tóxicas” pueden asentarse en la mente llamando a otras que, a su vez, generan otras nuevas e incluso peores. En el entorno laboral, este bucle lleva, antes o después, a falta de concentración, despistes, accidentes…Por no hablar de lo contagioso que puede llegar a ser ese “mal rollo” para el equipo. De ahí la importancia de marcar distancia con compañeros cuya negatividad pueda afectarnos y de buscar a aquellos que apoyen y ayuden con observaciones constructivas o den ánimo.

El pensamiento positivo es uno de los pilares para alcanzar un clima laboral idóneo. No debemos despreciar sentimientos como la alegría o sorprendernos ante una sonrisa franca. Estos y otros signos de optimismo y ‘buen rollo’ fortalecen las redes de apoyo laboral, el trabajo en equipo, la productividad y el bienestar del grupo.

Como en todo, hay distintas estrategias para practicar  pensamiento positivo. Es importante estar atento a la aparición de ideas o sentimientos negativos, para razonarlos, minimizarlos y buscar su contraste positivo. Tampoco ayuda anclarse en los errores, normales y humanos, sino que debemos aplicar siempre la máxima de que de ellos también se aprende. El victimismo nunca ayuda, lo mismo que tampoco la idea de que ya es tarde para cambiar.

En importante recordar que casi todos los problemas tienen solución y que, en muchos casos, está en uno mismo. Solo hace falta un poco de autoconfianza para ahuyentar las dudas y encontrar el remedio. A veces por más que se repita que algo se va a solucionar no es así, pero hacerlo aumenta las posibilidades de que suceda.

En el camino de huída de la negatividad están la autoeficacia, la esperanza y el optimismo. También la resiliencia, que es como se define la fortaleza ante la adversidad y la capacidad para adaptarse al conflicto o al fracaso. Todo ello aumenta el “work engagement”, -compromiso laboral- que predispone al equipo a invertir esfuerzos, persistencia, entusiasmo e inspiración en el trabajo.

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