Alcohol y drogas

Segurmanía
Alcohol y drogas

La frecuencia y la gravedad de los accidentes que la influencia de los efectos de drogas y alcohol pueden provocar requiere que ese riesgo se evalúe y se aborden medios para prevenirlos.

Mucho han hablado los filósofos, los expertos en política y Derecho sobre la tendencia del Estado moderno a proteger a sus ciudadanos y ciudadanas incluso de sí mismos.

La restricciones a la publicidad y venta del tabaco o la obligación de utilizar el cinturón de seguridad se han demostrado como medidas eficaces en la reducción de muertes y enfermedades prematuras, sin embargo, son medidas que serían innecesarias si toda la ciudadanía ejerciera su responsabilidad personal. ¿Quién va estar más interesado que uno mismo en cuidar su propia seguridad y salud…?

En el ámbito de la prevención de riesgos sucede lo mismo. Las medidas que se ponen en marcha y que, en ocasiones, cuesta un importante esfuerzo implementar, están dirigidas, única y exclusivamente, a proteger a la propia plantilla sobre la que dicha medida recae.

En las Evaluaciones de Riesgos de todas las empresas, especialmente en las de aquellas en las que puedan generarse riesgos importantes, como el transporte, la construcción, la distribución comercial o la industria, deben tenerse en cuenta todos los riesgos que no puedan descartarse por tener una probabilidad “despreciable”.

La frecuencia y la gravedad de los accidentes que la influencia de los efectos de drogas y alcohol pueden provocar requiere que ese riesgo se evalúe y se aborden medios para prevenirlos.

Es en este punto, donde alguien dice: “sí, está claro… pero en este tema en concreto no se puede hacer nada”… y eso no es cierto. O, más bien, no debe ser cierto. Como empresa, como trabajadores y trabajadoras, como sociedad, no podemos resignarnos a no poder hacer “nada”, a no poder evitar un accidente antes de que se produzca.

Analizada la jurisprudencia al respecto de este tema, en la actualidad es posible implantar controles de alcohol y drogas en aquellos puestos de trabajo cuya evaluación de riesgos determine la necesidad de asegurar que sus ocupantes se encuentren en condiciones óptimas para ocuparlos pues, en caso contrario, serían un grave riesgo para sí mismos y para sus compañeros. Hoy en día es posible que el régimen disciplinario interno de la empresa contemple sanciones por negarse a dicho control o por trampear con el mismo.

Por ejemplo, hoy es jurídicamente posible instalar alcoholímetros en las carretillas elevadoras del almacén que impidan arrancar el vehículo si no se sopla previamente y se consigue un resultado óptimo. Y, es posible sancionar a un trabajador que haga soplar a un compañero por él por incumplir las pautas de prevención de la empresa.

¿Es está la solución óptima?… pues parece obvio que no lo es. La mejor solución sería que todos fuéramos responsables de nuestros actos y que nadie se presentara al trabajo bebido, fumado o habiendo consumido cualquier tipo de drogas. Sería ideal que la evaluación de riesgos de las empresas pudieran decir categóricamente y sin dudar, que todas las personas que forman su plantilla, hagan lo que hagan en su tiempo libre, se presentan al trabajo al 100% de sus facultades y capacidad.

Es aquí donde, nuestra opinión se separa un poco de la de los tribunales: la judicatura ha dicho que, dado que se trata de una medida de control que pudiera afectar a un derecho individual como es la intimidad, un acuerdo de negociación colectiva al respecto no tiene más fuerza para obligar a los trabajadores que la propia organización del sistema preventivo.

No estamos del todo de acuerdo porque, seguro que jurídicamente es así, pero la implicación de los representantes de los trabajadores en una cuestión como esta puede ser muy importante para delimitar correctamente hasta dónde llega el derecho individual de un trabajador a tomarse una cerveza, tres vinos y un coñac en la comida y dónde el de sus compañeros a no morir esa tarde aplastados porque el carretillero ha hecho un giro cerrado con la carga elevada a 4 metros del suelo.

Luis Blanco Urgoiti, Secretario General de AVEQ-KIMIKA.

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