Cambiar sí, pero “con cabeza”

Segurmanía
Cambiar sí, pero “con cabeza”

Todos sabemos, y seguro que lo hemos oído un millón de veces, que uno de los grandes aliados de la seguridad es el orden y la limpieza. Quizás menos oído, pero igual de importante, es saber que ese “orden” debe abarcar tanto lo material, como los procesos de trabajo. Cuanto más sistematizado y estructurado esté el trabajo, más seguro será.

Todos sabemos, y seguro que lo hemos oído un millón de veces, que uno de los grandes aliados de la seguridad es el orden y la limpieza. Quizás menos oído, pero igual de importante, es saber que ese “orden” debe abarcar tanto lo material, como los procesos de trabajo. Cuanto más sistematizado y estructurado esté el trabajo, más seguro será.

Es por ello por lo que, para combinar seguridad y eficiencia, productividad y prevenir accidentes, la empresa debe ser responsable desarrollar procedimientos de trabajo y redactar instrucciones escritas, que recojan cómo debe hacerse una labor. Es un trabajo en el que la aportación de las personas que van a realizarlo es fundamental, porque nadie conoce un puesto de trabajo mejor que la persona que lo ocupa. Nadie sabe cuáles son los puntos débiles de la máquina que maneja mejor que la persona que trabaja con ella 8 horas al día.

Es obvio que eso no siempre es posible. Por muy organizado que esté un trabajo, hay ocasiones en las que aparecen variables que pueden modificarlo. Si eso no fuera así, seríamos fácilmente sustituidos por máquinas. Además, existen trabajos y ocupaciones que, por su propia naturaleza, requieren evaluar una situación y tomar decisiones sobre la marcha.

Por ejemplo, una labor de mantenimiento correctivo, arreglar una avería, será diferente en función de la avería que se trate. En las obras de urbanización de una calle, es esencial adaptarse a las condiciones del terreno.

En estos casos, cuando el trabajo, y sus riesgos, cambian día a día, la mejor recomendación para prevenir riesgos es “pensar antes de actuar”. Trabajar con cabeza.

Pero, vayamos un paso más allá: podemos pensar que el trabajo más fácil de sistematizar debería ser el que se realiza en la cadena de producción de una fábrica. Y es cierto, o al menos debería serlo.

En principio, el laboratorio se encarga de que las materias primas sean siempre las mismas y las máquinas no cambian y están sometidas a procesos de mantenimiento preventivo (revisiones y reparaciones programadas antes de que se produzcan las averías) o incluso predictivo (determinar el momento en el cual se deben efectuar las reparaciones mediante un seguimiento que determine el periodo máximo de utilización antes de ser reparado. Es decir, prever qué pieza o piezas deben cambiarse, hayan dado fallos o no, en un plazo estudiado previamente), que deben evitar que se produzcan averías. En teoría, una persona podría pasar toda su vida laboral en un puesto, haciendo siempre exactamente lo mismo.

Pero todos sabemos que esto no es así en realidad.

Una empresa industrial que no cambia se verá pronto superada por la competencia y tendrá que cerrar. La competitividad exige adaptarse a las condiciones del mercado e innovar. Cambiar y adaptarse: evolucionar.

Puede que un trabajador afirme rotundo que lleva 30 años sin cambiar de puesto y sea verdad, pero ¿su puesto no ha cambiado en los últimos 30 años?

La Industria Química es un buen ejemplo de cómo gestionar estos cambios. Un proceso de fabricación de un plástico, normalmente, necesita de materias primas, líquidas o gaseosas, muy inflamables, tubos para conduciros y un reactor para que reaccionen entre ellos. Y eso viene siendo así desde hace un siglo y medio, pero obvia decir lo mucho que las fábricas han cambiado en este tiempo.

La Industria Química, desde sus inicios, ha venido desarrollando procedimientos de trabajo para fijar y asegurar los procesos y, también, procesos para cambiar los procesos, que se denominan en inglés procedimientos de Management Of Change (MOC).

Estos procesos MOC se basan, sobre todo, en un análisis muy detallado de cada cambio, evaluando cada una de las variables y meditando las consecuencias de cada una de ellas. ¿Qué pasaría si nos confundimos e introducimos en la mezcla un ingrediente que no debería estar?, ¿qué pasaría si, al activar una bomba, en lugar de impulsar un líquido, la activamos por error en modo inverso y absorbe?, ¿qué pasaría si…?

Estas herramientas que utiliza la Industria Química, estos procesos MOC, pueden ser muy complejos y suponer muchas horas de trabajo, pero existen versiones simplificadas, que pueden utilizarse en cualquier tipo de industria o proceso y que sirven para que la propia organización haga lo que pide a sus trabajadores: pensar antes de actuar.

Luis Blanco Urgoiti, Secretario General de AVEQ-KIMIKA.

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