Hábitos seguros (I): Aprende a priorizar

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Hábitos seguros (I): Aprende a priorizar

La acumulación de tareas, encargos, cosas pendientes es unos de los focos de estrés más habituales en el mundo laboral.

Aprender a priorizar

La acumulación de tareas, encargos, cosas pendientes es unos de los focos de estrés más habituales en el mundo laboral. La rutina no siempre es ordenada y poder dedicarse a un trabajo desde el principio al final sin que otros se crucen en el camino es un reto diario al que se afrentan miles de trabajadores. La solución es priorizar y dicho así parece algo sencillo. No lo es, pero, como en todo, hay trucos para aprender a hacerlo y, poco a poco, convertirlo en un hábito que ahorrará tiempo y problemas.

A veces elegir el orden en el que se debe afrontar los temas pendientes es sencillo: ejecutar las actividades según vayan llegando. El problema es que se corre el peligro de dejar cosas importantes sin terminar, o incluso, sin comenzar. Para evitar desajustes, lo primero es hacer una lista con todas las tareas que es necesario terminar en la jornada, para después discriminar cuáles son las más urgentes, es decir aquellas que deben ser resueltas en horas o minutos. Aquí es muy básico distinguir entre lo que es urgente y lo que es importante.

El siguiente paso es poner por delante los trabajos que tengan más impacto y que involucren a un mayor número de personas. Los expertos en la materia recomiendan incluso establecer plazos para cada tarea, agrupando las que pueden estar vinculadas entre sí para aumentar la productividad.

A veces tener una hilera de temas pendientes genera más presión. Ahí es cuando hay que echar mano del realismo: ¿De verdad las últimas de la lista van a poder ser afrontadas en un corto plazo de tiempo? Si la respuesta es ‘no’, es mejor eliminarlas o, en su defecto, aplazarlas. Otro truco que puede ser de gran ayuda es eliminar las cosas que resultan más desagradables. Esas que al mirar ‘dan pereza’, bien porque sean demasiado complicadas, bien porque su dificultad requiera demasiado esfuerzo. Muchas veces, quitárselas de en medio lo antes posible supone un desahogo mental y laboral que ayuda a ‘desengrasar’ la jornada.

Todo esto está muy bien, pero para que tenga efecto es necesario incorporar a la receta una pizca de flexibilidad. Las reglas y las listas son necesarias, aunque a veces hay que dejarlas un poco de lado para afrontar tareas que llegan por sorpresa y que requieran una actuación inmediata. Sin dramas. Una vez solucionado, ya habrá tiempo de volver a lo que se estaba haciendo.

En todo caso, es importante saber que priorizar es una habilidad que, no solo se debe aprender, sino practicar cada día. Al principio, seguramente costará mucho y habrá quien crea que es una meta imposible. Sin embargo, con la práctica, se transformará en algo natural y una de las herramientas más útiles a la hora de enfrentar cualquier jornada laboral.

 

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