Juegos de infancia para trabajar mejor

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Juegos de infancia para trabajar mejor

Los humanos comienzan a jugar cuando son bebés y lo hacen de manera espontánea, sin que nadie les indique cómo.

Estos juegos son algo instintivo que responde a la necesidad de comprender todo lo que sucede alrededor. Esa necesidad permanece en la edad adulta y por eso el juego, aunque parezca raro, es una herramienta perfecta para adquirir nuevas destrezas y mejorar el ambiente laboral.

Ya en 1964 el pedagogo norteamericano Edgar Dale publicó una investigación sobre el aprendizaje en adultos que defendía que los métodos usados (charlas, vídeos, exposiciones o las típicas transparencias) no eran los mejores por su bajo impacto. A su entender, había que redefinir la estrategia y el juego era parte importante del camino a seguir. Fueron los primeros pasos de lo que ahora se conoce como ‘gamificación’ y que utiliza como herramientas, entre otras cosas, los videojuegos.

¿Quién no ha jugado al pañuelo en su infancia? ¿Quién pensaría que hacerlo en la edad adulta y en el ambiente de trabajo mejoraría su vida laboral?… ¿Pocos? Pues así es. La dinámica es sencilla: Dos equipos, y en medio alguien que sujeta un pañuelo y dice un número. Quienes tengan la cifra deberán correr hacia la tela y llevarla a su equipo mientras rival intenta atraparlo y así eliminarlo. Los beneficios a nivel de empresa: hacer equipo, mejorar las relaciones interpersonales y, por tanto, el clima laboral.

Si de ‘hacer piña’ y crear buen ambiente se trata, ¿por qué no recordar aquellas luchas tipo ‘indios contra vaqueros’? Las pistolas y flechas de juguete son sustituidas ahora por un sucedáneo de arma que dispara pintura en una actividad por equipos conocida por todos como ‘paintball’. Es de las dinámicas más divertidas y valoradas por los trabajadores y además de crear equipo, permite soltar tensiones y liberar adrenalina.

Para integrar a nuevos empleados, que se sientan parte de la compañía y romper el hielo, se puede recurrir al juego de ‘Los números’. En él los participantes deben estar en constante movimiento a la espera que el director grite la cifra de parejas que se deben formar: 1, 2, 3… Quien se quede sin compañero al final de un tiempo determinado, queda eliminado.

Menos estrés, más respeto

Son solo algunos ejemplos, pero existen muchos más. En todos los casos, se trata de actividades que pueden llegar a ser muy divertidas, que requieren de la participación colectiva en un ambiente distendido y  sin presiones. Su objetivo no es evaluar las competencias ni aptitudes -aunque pueden emplearse para aumentar conocimientos de manera amena-, sino mejorar el clima de trabajo.

Entre sus ventajas destacan el aumento de la motivación, la reducción del estrés, la mejora de la comunicación y la creación de un equipo sólido unido por con lazos de respeto. Se trata de una inversión en salud laboral que a la larga se traduce en un mejor desempeño de la actividad, individual y colectiva, que repercute de forma favorable en la productividad.

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