Sol solete…protégete de él siempre

Lecciones de seguridad
Sol solete…protégete de él siempre

Los trabajadores que realizan su labor a la intemperie soportan su dosis diaria de radiación ultravioleta, visible e infrarroja.

Si hay algo que los seres humanos necesitan para vivir es el sol. El astro rey influye en la vida de la Tierra de manera determinante y marca el ritmo vital de todas las especies. Y eso, incluso, en Euskadi donde hay semanas enteras en las que mirar al cielo y no ver nubes es, a veces, un milagro. Sin embargo, está ahí; aunque no se le vea tanto como muchos quisieran, sus rayos llegan y no siempre para bien.

Pensar en el sol lleva asociada la idea de las vacaciones, la playa y el chiringuito. No hay que olvidar, sin embargo, que son miles de personas las que trabajan expuestos al brillante astro. Y, sobre todo, no hay que desestimar que es un factor de riesgo laboral. Incluso tras las nubes.

Los trabajadores que realizan su labor a la intemperie soportan su dosis diaria de radiación ultravioleta, visible e infrarroja.

Entre sus efectos inmediatos están el calor excesivo -deshidratación-, el enrojecimiento de la piel y, también, la acción antirraquítica. A medio plazo aparecen quemaduras, manchas y aumento del grosor de la piel. Si no se toman medidas, a largo plazo, la exposición excesiva provoca un envejecimiento prematuro de la piel y aumenta el riesgo de padecer cáncer. Basta con hablar dos minutos con un dermatólogo para saber que el sol no es cosa de risa. Además, el daño sufrido ‘se archiva’, es decir, que una lesión sufrida en la juventud o la niñez, se puede manifestar muchos años después.

En el entorno laboral es básico no perder de vista conductas que se han venido desarrollando durante años. Agricultores, jardineros, trabajadores forestales, de construcción, o pescadores han usado tradicionalmente ropa de trabajo de colores claros, camisas de manga larga, sombreros, etc. Además, seguían una dieta mediterránea y mantenían una adecuada ingesta de agua.  Quienes desarrollan su jornada laboral en el exterior deben desterrar frases del tipo “no es necesario cubrirme la piel y así me ahorro ir a la playa a broncearme” o, “si me pongo una camisa cuando vaya a la playa tendré la marca del bronceado”.

Además de poner en práctica las medidas de los abuelos, hay que usar protección solar de un factor adecuado. Y, aquí, es básico saber que la numeración que aparece en las cremas no es otra cosa que un indicador temporal que marca el tiempo de exposición sin riesgo de quemaduras. Es importante extenderlo de manera uniforme 30 minutos antes de ponerse al sol y usar un protector adecuado al tipo de piel. A tipos más claros, factores más altos (50 o incluso pantalla total).

Consejos

Hay que planificar el trabajo, siempre que sea posible, para que se pueda desempeñar el máximo tiempo posible en zona sombreada. También se pueden usar sistemas que permitan crear zonas de sombra (por ejemplo, toldos).

La ropa es importante. Se deben utilizar prendas que cubran brazos y piernas y que sean de colores claros. Un sombrero o una visera con una banda de al menos siete centímetros que proyecten sombra sobre la cara y el cuello. Pero si se usa gorra, ¡cuidado con las orejas! Se queman, y… ¡duele! Por cierto, los labios también son una zona especialmente sensible así que se recomienda que, como mínimo, se les aplique una crema de factor 30.

El uso de gafas de sol también resulta conveniente. Deben tener las garantías pertinentes así que mejor descartar esas tan monas del ‘Todo a 100’ y su diseño tiene que ser envolvente para evitar al máximo la introducción de rayos solares en la zona protegida. Como son de trabajo y no para fardar, es importante que permitan ver bien durante el desarrollo de la tarea y que sean lo suficientemente cómodas como para no tener que quitárselas.

Y sentimos decirlo, pero la profusión de nubes que tapan el sol en Euskadi no salva de aplicar estos consejos. Es cierto que las condiciones atmosféricas son una barrera ante los rayos ultravioleta, pero en verano es insuficiente. Es lo que madres y abuelas llaman ‘resol’ y conviene no menospreciarlo.

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