Hábitos seguros (II): La importancia de escuchar de verdad

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Hábitos seguros (II): La importancia de escuchar de verdad

Se trata de una capacidad que se aprende, se ejercita y supone grandes beneficios para el que se expresa y para el que escucha.

La importancia de escuchar de verdad

Hay estudios científicos que aseguran que el ser humano es capaz de prestar toda su atención ante un discurso, como mucho, durante 18 minutos. Y eso en el mejor de los casos ya que, generalmente, a partir del séptimo el interés decae. Solo si el mensaje interesa verdaderamente el interlocutor se engancha y si se tiene un día de extrema lucidez mental, se es capaz de permanecer 100% conectado a lo que dice el otro.

En el entorno laboral eso supone un reto tanto para quien emite el mensaje como para quien lo recibe. El primero debe saber jugar con esa regla e intentar que lo que cuenta atraiga lo suficiente a quien tiene enfrente. A veces no es cuestión de la importancia de lo que se cuenta, también es necesario saber contarlo y no llegar y soltar el discurso dando por hecho que se va a cautivar durante horas.

Por parte de quien recibe el mensaje es necesario ser conscientes de que, aunque cueste, hay que mantener la concentración para comprender y asimilar. Y eso es complicado, pero posible. Es lo que se llama escucha activa y practicarla significa procesar los mensajes pero, sobre todo, establecer una conexión más profunda y personal con quien habla. Algo similar a la empatía.

Se trata de una capacidad que se aprende, se ejercita y supone grandes beneficios para el que se expresa y para el que escucha. A nivel laboral su desarrollo por parte de los líderes de cada equipo permite aprender y conocer mejor al personal, sus aspiraciones, sus motivaciones y las situaciones que los afectan. O lo que es lo mismo, supone una herramienta perfecta para prevenir situaciones conflictivas, muy comunes, cuando hay deficiencias de comunicación entre los integrantes de la organización.

La escucha activa requiere de mucha disciplina y del desarrollo de nuevos hábitos. Es necesario ponerse en el lugar de la otra persona. Solo así es posible concentrarse en el mensaje. Se debe aprender a hacer las preguntas adecuadas para así clarificar, reflejar y reproducir lo escuchado.

Existen técnicas para recordar el mensaje que incluyen:

  • Usar el contacto visual y asentir con la cabeza cuando se entiende.
  • Observar el lenguaje corporal de quien habla, así como analizar las palabras que utiliza.
  • Eliminar las respuestas en automático (ayuda mucho a entender de verdad).
  • Dejar que quien habla concluya.
  • Responder de manera abierta, honesta y respetuosa.

Parece sencillo, pero hay muchos obstáculos contra los que luchar. Por ejemplo: es mejor no dar mucha información, las emociones mal manejadas, el ruido, las distracciones visuales o la monotonía en la voz de quien habla (que puede incluso generar aburrimiento), etc. No es bueno lanzar un discurso muy rápido, pero tampoco demasiado lento.

Es importante desterrar ese mito que dice que se escucha automáticamente. ¡Error! Se oye automáticamente, pero escuchar requiere de un esfuerzo superior al que se hace al hablar. Conviene no olvidarlo nunca.

 

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