¿Sabías qué se necesita diseñar EPIs con perspectiva de género?

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¿Sabías qué se necesita diseñar EPIs con perspectiva de género?

Durante mucho tiempo, los equipos de protección individual (EPI) se han concebido pensando en un usuario tipo que, en la práctica, casi siempre era un hombre. Sin embargo, esta visión ya ha empezado a cambiar, aunque queda aún mucho trabajo por delante. Ahora sabemos que la seguridad laboral pasa también por reconocer que hombres y mujeres presentan diferencias antropométricas y fisiológicas que influyen directamente en la eficacia y comodidad de los EPI y por ello, cada vez, aumenta más la necesidad de EPIs diseñados con perspectiva de género.

Durante mucho tiempo, los equipos de protección individual (EPI) se han concebido pensando en un usuario tipo que, en la práctica, casi siempre era un hombre. Sin embargo, esta visión ya ha empezado a cambiar, aunque queda aún mucho trabajo por delante. Ahora sabemos que la seguridad laboral pasa también por reconocer que hombres y mujeres presentan diferencias antropométricas y fisiológicas que influyen directamente en la eficacia y comodidad de los EPI y por ello, cada vez, aumenta más la necesidad de EPIs diseñados con perspectiva de género.

Pero, aunque la legislación europea y española ya exige que los equipos de protección se adapten a la morfología de cada persona trabajadora, en la realidad muchas mujeres siguen utilizando equipos diseñados para cuerpos masculinos: guantes demasiado grandes, arneses que no ajustan bien, calzado incómodo o mascarillas que no sellan correctamente. Estos problemas no son solo una cuestión de confort, sino que hacen peligrar la seguridad, puesto que un EPI mal ajustado puede reducir su eficacia e incluso generar nuevos riesgos.

A medida que más mujeres se incorporan a sectores tradicionalmente masculinos, como la construcción, la industria o la seguridad, se hace más evidente la falta de un enfoque sensible al género en el diseño y la comercialización de estos equipos. Estudios recientes revelan que una parte significativa de las trabajadoras se ven obligadas a modificar sus EPI para poder usarlos y muchas reconocen haber sufrido incidentes o lesiones relacionados con un mal ajuste.

Esta brecha tiene su origen, en gran medida, en la falta de datos antropométricos actualizados que representen la diversidad del cuerpo femenino. Durante décadas, las normas técnicas se han basado en mediciones realizadas sobre poblaciones masculinas, lo que ha limitado la capacidad de diseñar equipos realmente inclusivos. Afortunadamente, tanto los organismos de normalización como las empresas fabricantes están empezando a incorporar nuevas bases de datos más diversas y realistas.

Proyectos como Labo Género, del Instituto de Biomecánica de Valencia, van en esta línea y promueven el diseño de productos laborales con criterio de género, asegurando que tanto la ropa de trabajo como el calzado o los sistemas de protección respondan a las características reales de todas las personas trabajadoras.

Contar con EPI adaptados a la anatomía femenina no solo mejora la protección y el bienestar de las trabajadoras; también impulsa la igualdad de oportunidades, la inclusión y la confianza en el entorno laboral, de unas mujeres que en muchos casos se han visto invisibilizadas. Además, refuerza el compromiso de las empresas con la responsabilidad social y con el cumplimiento de la normativa vigente.

Avanzar hacia una prevención con perspectiva de género no es solo una cuestión de justicia, sino también de eficacia. Garantizar que cada persona cuente con un EPI seguro, ergonómico y adaptado a su cuerpo es un paso fundamental para construir entornos laborales más seguros e igualitarios.

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