¿La epidemia de COVID-19 ha sido “buena” para la prevención?

Segurmanía
¿La epidemia de COVID-19 ha sido “buena” para la prevención?

Iratxe fue consciente desde el principio que un protocolo de gestión de contagios no era un tema de prevención, propiamente dicha. Contagiarse en una epidemia, aunque sea de un compañero de trabajo, no es riesgo laboral, en tanto que no lo genera el trabajo, sino la convivencia, pero, transcurridos los meses entendió que tenía que dar un paso adelante para gestionar este asunto y que era la persona más adecuada en la organización para hacerlo, ahora es consciente de que fue una oportunidad para un gran avance en la cultura preventiva de la organización.

Hace no mucho tiempo, un par de años a lo sumo, Iratxe, la coordinadora de prevención de riesgos laborales de una fábrica me explicaba lo complicado que era para ella gestionar la documentación de coordinación de actividades en su planta.

No era sólo el maremágnum de papeles, o, mejor, de archivos PDF de muchos pelajes que tenía que pedir, reclamar, volver a reclamar, recibir, revisar, contrastar, gestionar y archivar, cada mes, de cada una de las contratas que acudían a la planta, era, sobre todo, que si alguna contrata no enviaba algún documento imprescindible, a pesar de su insistencia, el procedimiento decía que los trabajadores de esa empresa externa no podían entrar en la planta… pero, cada vez que eso sucedía, sus equivalentes de mantenimiento, producción o almacén, quién fuera que estuviera esperando la contrata, montaban en cólera y el gerente terminaba interviniendo.

Hace unos pocos días volvía a hablar con ella por videoconferencia y, sinceramente, la vi mucho más tranquila.

Por un lado, hace ya casi un año que han puesto en marcha una plataforma informatizada de gestión de la documentación. Sigue teniendo que dedicar un tiempo desmedido a revisar documentos, pero, por lo menos, el sistema está ordenado, no es ella la que tiene que mandar los emails y, sobre todo, las contratas se han acostumbrado a estas exigencias y están preparadas para recibirlos.

Pero, además, desde hace unos meses, toda la organización, con el gerente a la cabeza, ha dado un paso adelante por culpa del COVID-19.

Como a casi todo el mundo, la declaración del Estado de Alarma y el confinamiento les pilló con el paso cambiado, y, no siendo una actividad esencial, al regreso de la parada obligatoria, tenían decenas de pedidos de clientes pendientes de atender.

A pesar de las prisas, el gerente fue consciente de que, con todos sus competidores en marcha, un brote en la propia empresa, un cierre de actividad que solamente les afectara a ellos, les sacaría del mercado.

Iratxe, como siempre, llevó los deberes hechos. Durante el confinamiento, en régimen teletrabajo, en colaboración con sus compañeros y compañeras de recursos humanos y producción, preparó un plan de regreso preciso, actualizado con cada cambio normativo o de la documentación de referencia.

En la reunión no se oyó ni una queja, ni una protesta, como solía pasar antaño. Iratxe recibió algunas sugerencias, bastantes felicitaciones y muchos comentarios en tono de alivio.

El cambio ha sido radical y por la brava, pero ahora toda la empresa se esfuerza por involucrarse activamente en la gestión de la prevención…. Bueno, inicialmente, solamente respecto a la prevención de contagios, pero, una cosa ha llevado a la otra y el personal de planta, de almacén, de laboratorio y oficinas colabora en realizar aportaciones y se preocupa por sus colegas en el día.

La seguridad es ahora una preocupación fundamental para todos, y se nota porque todo el mundo ha empezado a pensar antes de actuar.

Iratxe fue consciente desde el principio que un protocolo de gestión de contagios no era un tema de prevención, propiamente dicha. Contagiarse en una epidemia, aunque sea de un compañero de trabajo, no es riesgo laboral, en tanto que no lo genera el trabajo, sino la convivencia, pero, transcurridos los meses entendió que tenía que dar un paso adelante para gestionar este asunto y que era la persona más adecuada en la organización para hacerlo, ahora es consciente de que fue una oportunidad para un gran avance en la cultura preventiva de la organización.

Al haber observado los cambios que se han ido produciendo en su planta a lo largo de este año: el personal está más concienciado en el cumplimiento de las normas y medidas establecidas y, en los riesgos que supone el incumplimiento de estas pautas, en la modalidad de trabajo, se ha pasado del no tan infrecuente  presentismo sobre todo en oficinas, a demostrar que se puede trabajar con la misma eficacia, y en algunos casos incluso mayor, desde casa en régimen de teletrabajo, la adaptación a las modificaciones derivada de la amplía normativa que se ha ido publicando a lo largo de los meses.

Las últimas semanas, con la reincorporación progresiva y controlada del personal tras las vacaciones, Iratxe ha oído en varias ocasiones, en charlas distendidas a la hora de comer o del café (respetando las distancias de seguridad y medidas establecidas…), lo incómodo, difícil o, incluso, lo imposible que resulta llevar la mascarilla durante varias horas seguidas.

Estos comentarios, surgen entre el personal de departamentos que habitualmente no llevaban ningún tipo de EPI, y que ahora deben llevar la mascarilla en zonas comunes mientras se encuentran en la empresa, y en muchos momentos fuera de ella. En la empresa en la que trabaja Iratxe, hay puestos en los que el personal de la planta debe llevar este tipo de protección respiratoria, durante una gran parte de su jornada, algo que ella les hace ver al resto de personal que no estaba habituado en el uso de EPIs para que puedan entender y “ponerse en los zapatos” de estas personas.

En última instancia, después de unos meses duros, conviene pararse un momento e intentar analizar los aspectos “buenos” que ha podido dejar el COVID-19 en la organización de cada uno de nosotros.

Amets Moreno – Coordinadora de Seguridad AVEQ-KIMIKA

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