Solo hay una forma de poner el casco, la correcta

Lecciones de seguridad
Solo hay una forma de poner el casco, la correcta

Una de las zonas más sensibles del cuerpo humano es la cabeza. De ahí que su protección sea vital a la hora de desempeñar algunos trabajos.

Las lesiones en esa parte de la anatomía suman casi el 10% de todos los daños sufridos por trabajadores del sector industrial. La mayoría son graves; suelen dejar secuelas y, en ocasiones, son mortales.

No cabe duda, de que la protección de la cabeza es vital y el mejor aliado en ese cometido es el casco. Como todos los elementos de seguridad, el casco tiene unas instrucciones de uso que deben ser observadas siempre. No es un sombrero, ni una gorra visera. No es un adorno. No se pone ladeado, hacia atrás o sin sujeción. Debe de ir centrado y perfectamente ajustado, de manera que no se deslice y limite el campo de visión. La fijación adecuada del arnés a la cabeza evita, por ejemplo, que se caiga al agacharse.

Debe utilizarse solo para las aplicaciones para las que ha sido diseñado y que se mencionan en las recomendaciones de uso. El fabricante no será responsable de los daños producidos si no se hace caso de esas indicaciones.

Es  importante tener que cuenta que cada modelo tiene unas especificidades que hay que respetar. Por ejemplo, los cascos fabricados con polietileno, polipropileno o ABS suelen perder sus cualidades bajo los efectos atmosféricos. Y por cierto, ¡sí! tienen fecha de caducidad.

Un casco sirve para una persona. Los sistemas de suspensión internos, los arneses y el barbiquejo, si lo hubiera, se adaptan a la medida de la cabeza de su usuario y reajustarlos cada dos por tres a una nueva testa contribuye a su deterioro. Por no hablar de que la cabeza también suda, así que es una cuestión de higiene. En este sentido, aún respetando la norma de un solo usuario, es importante mantenerlo limpio y desinfectado. Eso sí, utilizando solamente agua templada y jabón.

A cada trabajo, su casco

El modelo más común es el que tiene forma de gorra, con visera y ala alrededor. Pero existen otros tipos, cada uno adaptado a distintas condiciones laborales. Así, en canteras y obras de demolición se recomienda usar el “tipo sombrero”, con un ala más ancha. Para trabajos en altura, es mejor prescindir de la visera y el ala y optar por los que tienen forma de “casquete” y siempre deben tener barbiquejo.

Como norma general, la mejor protección ante posibles perforaciones la ofrecen los modelos fabricados en policarbonatos, ABS, polietileno y policarbonato con fibra de vidrio. Es indispensable que tengan un buen arnés. Para evitar lesiones en caso de golpe lateral, el casco no debe tener salientes interiores. En caso de que esté dotado de un relleno protector, éste debe ser resistente al calor y no inflamable.

Quienes desarrollen su trabajo con metales fundidos deben prescindir de los cascos fabricados con aleaciones ligeras o provistos de reborde lateral. Si el entorno laboral conlleva peligro de contacto cables eléctricos, solo deben utilizarse los modelos realizados con materiales termoplásticos y sin orificios de ventilación. Además, si existen remaches o piezas metálicas, no deben asomar por el exterior del armazón.

Se debe capacitar a todos los trabajadores para que sepan cómo usarlo, cómo mantenerlo y cómo saber cuándo es necesario sustituirlo. En general, como en todo, hay que actuar con cabeza.

Suscríbete a la newsletter