¿Sabías qué la mascarilla fue un gran avance científico?

Sabías que
¿Sabías qué la mascarilla fue un gran avance científico?

La mascarilla se ha convertido en un complemento indispensable en nuestro día a día. La usamos a diario para proteger nuestra salud frente al Covid-19, conocemos códigos de homologación y un sinfín de cuestiones al respecto. Pero, ¿sabemos cuáles son los orígenes de este sistema de protección?  

La mascarilla se ha convertido en un complemento indispensable en nuestro día a día. La usamos a diario para proteger nuestra salud frente al Covid-19, conocemos códigos de homologación y un sinfín de cuestiones al respecto. Pero, ¿sabemos cuáles son los orígenes de este sistema de protección?

A lo largo de la historia la mascarilla ha salvado millones de vida. Hoy disponemos de modernas mascarillas fabricadas con todos los avances tecnológicos y científicos de los que disponemos, pero las primeras mascarillas elaboradas en el siglo XIV para hacer frente a las epidemias de peste que tuvieron lugar en Europa durante esa época, no eran demasiado seguras. Aquellos médicos se enfrentaron a la enfermedad bubónica con unas mascarillas con forma de pico de pájaro que poco aislaban de los patógenos. Simplemente combatían el mal olor, al disponer en su interior de dos huecos donde se ponía hierbas aromáticas o incienso, y dichos “curanderos” pensaban que evitando el mal olor neutralizaban y evitaban también el contagio. No hace falta buscar muchos más motivos para entender por qué la peste arraso con la población de entonces.

El primer cambio en la mascarilla que sí que ayudó a preservar la salud de la población general, se produjo cuando los médicos, allá por 1897, decidieron proteger a los pacientes que operaban, de las gotas de su saliva o mucosidades que esparcían al toser o estornudar durante las intervenciones. Llamarles mascarillas a lo que utilizaban es muy generoso, puesto que se trataba de un pañuelo grande que ataban alrededor de su boca y nariz, pero que, sin embargo, estamos seguros de que evitaron muchas infecciones y que fue el origen de lo que hoy conocemos como mascarilla quirúrgica.

El siguiente paso importante en su evolución tuvo lugar en China, cuando en 1910 un tipo de peste que mataba a las personas infectadas, 24-48 horas después de los primeros síntomas, llegó a Manchuria. Wu Lien Teh, un joven doctor de Malasia y educado en Cambridge, viajó allí para enfrentarse a la que se bautizó como “la gran plaga de manchuria”. Tras investigar el tema y realizar una autopsia, Lien Teh se dio cuenta de que la peste no era solo bubónica y no se transmitía por la mordedura de pulgas infectadas, sino también por el aire.

El doctor se convirtió en el padre de la mascarilla moderna al diseñar un modelo basado en las mascarillas europeas de las que anteriormente hablábamos, pero que realizadas con varias capas de material a modo de filtro y con un sistema de arnés que sujetara la mascarilla a la cara.

Tras este diseño, la mascarilla se popularizo y se comenzaron a producir en masa. Su consumo se disparó cuando en 1918 llegó la pandemia más devastadora de la historia, la conocida como “gripe española” a pesar de que su origen no tuvo lugar en España. Durante los dos años que duró, murieron por su causa más de 40 millones de personas en todo el mundo. ¿A cuántas habría matado si Wu Lien Teh no hubiese inventado su mascarilla? Un invento que, sin duda, supuso un antes y un después en prevención de la salud y por el cual, el médico malayo se merecía haber ganado el premio Nobel en Medicina al que estuvo nominado en 1935.

Suscríbete a la newsletter