Corte de digestión ¿Un mito o una realidad? Medidas de prevención

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Corte de digestión ¿Un mito o una realidad? Medidas de prevención

El famoso corte de digestión del que siempre nos hablaron nuestros padres y que era el causante de que tras la comida tuviésemos que estar dos horas esperando sin poder bañarnos, resulta no existe como nos lo vendieron. Si bien es cierto que tampoco iban desencaminados del todo nuestros progenitores, porque lo que sí que existe y puede darse en esas circunstancias es un síndrome de hidrocución. ¿Quieres saber cuál es la diferencia? Te lo contamos.

El famoso corte de digestión del que siempre nos hablaron nuestros padres y que era el causante de que tras la comida tuviésemos que estar dos horas esperando sin poder bañarnos, resulta no existe como nos lo vendieron. Si bien es cierto que tampoco iban desencaminados del todo nuestros progenitores, porque lo que sí que existe y puede darse en esas circunstancias es un síndrome de hidrocución. ¿Quieres saber cuál es la diferencia? Te lo contamos.

El síndrome de hidrocución es un estado de síncope, choque térmico o shock termodiferencial, que causa una vasoconstricción severa de los vasos sanguíneos, lo que provoca un reflejo inhibidor de la respiración y de la circulación (pulso). Se produce cuando el cuerpo experimenta un cambio brusco de temperatura a causa de una inmersión súbita en el agua fría. El reflejo es más elevado cuanto más fría esté el agua y más elevada la temperatura corporal, pudiendo ocasionar una pérdida de conocimiento, incluso una parada cardiorrespiratoria.

Un corte de digestión podemos sufrirlo tanto dentro como fuera del agua, ya que se trata simplemente de la interrupción del proceso digestivo por diversos motivos. En el síndrome de hidrocución la digestión sigue su proceso normal, no se interrumpe. Se le ha relacionado siempre con la digestión cuando en realidad no está directamente involucrada. ¿Por qué?

Pues porque sus síntomas más leves y habituales son mareos, palidez, náuseas, vómitos, calambres, escalofríos, sudoración, visión borrosa, dolor abdominal … y por ello a menudo este síndrome se ha confundido con un corte de digestión, sobre todo si se ha producido después de comer.

Además, las digestiones pesadas de comidas copiosas y abundantes, así como de comidas muy ricas en grasas o en azúcar, sí pueden favorecer este síndrome. Además, durante la digestión la sangre se concentra en el estómago y no fluye igual por todo el cuerpo, lo que unido al efecto inhibidor de la circulación que provoca este síndrome puede favorecer el descenso del pulso.

Por lo tanto, existe más riesgo de sufrirlo si una persona se introduce en el agua fría de golpe tras una comida cuantiosa, pero también puede afectar de igual manera el hacerlo tras haber estado un período prolongado al sol, o tras haber realizado ejercicio físico intenso.

¿Qué medidas preventivas se pueden tomar para no sufrirlo?

  • No meterse al agua de golpe, sino hacerlo lentamente, mojándose de manera escalonada y sin brusquedades. Ir introduciendo primero los pies, luego las piernas e ir a la vez mojándose las muñecas, los brazos, la nuca y la cara, antes de que el agua llegue a la zona del tronco, para que el cuerpo se vaya adaptando al cambio de temperatura de forma progresiva. Luego terminar salpicándose las zonas más sensibles: el abdomen y el tórax y finalmente zambullir el cuerpo entero.
  • Evitar entrar directamente al agua fría después de un periodo de exposición prolongada al sol.
  • No realizar ejercicio físico intenso antes del baño. Si se ha realizado esperar un tiempo antes de meterse en el agua.
  • No entrar en el agua inmediatamente después de una comida abundante o si se ha tomado alcohol.
  • En las piscinas evitar saltar al agua de golpe, tras haber estado tomando el sol. La primera zambullida es recomendable hacerla paulatinamente.
  • Salir rápidamente del agua en caso de notar alguno de los síntomas que se sufren antes del síndrome de hidrocución. Esos síntomas aparentemente inofensivos sirven de aviso y permiten actuar con antelación.
  • Bañarse en zonas vigiladas y que cuenten con medidas de seguridad.

Si se cumplen estas recomendaciones no es necesario esperar las famosas dos horas de digestión que marcaban nuestros padres a rajatabla. Simplemente evitando los cambios bruscos de temperatura y no realizando comilonas o ejercicio de fuerte intensidad justo antes de bañarse podremos eliminar los principales riesgos

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