Aprender, adaptarse y mejorar a través de las adversidades. Cuando la resiliencia se incorpora al sistema organizativo de una empresa

Vidas seguras
Aprender, adaptarse y mejorar a través de las adversidades. Cuando la resiliencia se incorpora al sistema organizativo de una empresa

Dentro de los componentes de la Cultura Preventiva, la resiliencia es una capacidad que debe tenerse en cuenta y fortalecerse. Es importante que las organizaciones o empresas desarrollen su resiliencia, la capacidad para adaptarse a los cambios traumáticos y superar la adversidad. Y por ello es necesario que los sistemas de gestión organizativa incluyan en su diseño de mejora continua de su cultura preventiva el concepto de resiliencia.

Dentro de los componentes de la Cultura Preventiva, la resiliencia es una capacidad que debe tenerse en cuenta y fortalecerse. Es importante que las organizaciones o empresas desarrollen su resiliencia, la capacidad para adaptarse a los cambios traumáticos y superar la adversidad. Y por ello es necesario que los sistemas de gestión organizativa incluyan en su diseño de mejora continua de su cultura preventiva el concepto de resiliencia.

Esta resiliencia organizacional dotará a la empresa de una buena capacidad de reacción ante situaciones de riesgo o variaciones no previstas y servirá para gestionar adecuadamente los errores humanos que en muchas ocasiones son inevitables, pero que pueden enfocarse como parte del aprendizaje de una organización.

Aprender de los errores e incorporarlos como enseñanza para no volver a cometerlos, exige una cierta flexibilidad a la hora de manejar esos errores y una cierta libertad para la toma de decisiones sin tener que esperar instrucciones de un nivel superior.

La IAEA (International Atomic Energy Agency) define tres niveles de organizaciones:

  • las basadas en normas, en las que tras un accidente las personas son culpabilizadas por sus fallos.
  • las basadas en objetivos, en las que ante un accidente se responde con más control, formación y procedimientos
  • las basadas en la mejora continua, en las que tras un accidente, en vez de buscar un culpable, se centran en entender lo ocurrido para mejorar las causas raíz o los factores subyacentes.

Obviamente en el tercer caso la organización posee una mayor madurez preventiva y está reaccionando de manera más resiliente ante los sucesos adversos. Y esa capacidad de resiliencia será la que permitirá posteriormente compatibilizar adecuadamente la presión ante el cumplimiento de unos objetivos productivos y el mantenimiento de un buen nivel de seguridad, evitando actuaciones y conductas inseguras.

Por tanto, para lograr una buena cultura preventiva hay que evitar que la rigidez de los procedimientos, puesto que estos han podido ser diseñados para unas condiciones de partida que se han producido en un momento dado pero que no tienen por qué repetirse en la misma forma. Hay que incorporar una flexibilidad, acompañada de una formación y un conocimiento sobre los comportamientos de las personas trabajadoras y de sus eventuales condiciones

Porque si una empresa se limita solamente a cumplir o controlar los procedimientos y no tienen en cuenta los posibles cambios o variaciones del entorno y  del propio sistema, tarde o temprano ese procedimiento dejará de ser útil y aparecerán situaciones no previstas. Por ello es mucho más efectivo trabajar la seguridad desde el enfoque de las capacidades de adaptación y respuesta de las personas trabajadoras y su capacidad de resiliencia.

Las empresas deben utilizar la resiliencia y el aprendizaje de lo sucedido para adelantarse a las posibles modificaciones del entorno y ser capaces de seguir manteniendo los mismos niveles de seguridad frente a las variaciones y la incertidumbre.

Por ello, es necesario poner en marcha actuaciones que permitan monitorizar el funcionamiento del sistema y entender mejora su variabilidad. La empresa será más resiliente en la medida en que sea capaz de absorber y recuperarse de las desviaciones o empeoramientos de las condiciones de trabajo previstas.

Además, para conseguir una mayor resiliencia se debe fomentar la anticipación y el desarrollo de las capacidades de respuesta. Es un proceso que requiere tiempo y esfuerzo, pero que sin duda ofrece grandes resultados.

Suscríbete a la newsletter